A mi maestro... donde quiera que este.
Cuando me decidí a tocar la guitarra hablé con mi mamá.
No sé qué explicación le habré dado. Simplemente no lo recuerdo.
Pero estoy seguro que tuve que guaguarear como loco, para convencerla de que me comprara una, porque en aquel tiempo mi desempeño escolar era lamentable.
No funcionó.
Mi mamá había tenido un tío, hermano de su madre, que había sido un virtuoso de la guitarra que hecho a perder su vida por alcohólico.
La simple idea de ver a su hijito el rebelde, con una guitarra en las manos debió aterrarla.
En realidad tenía toda la razón...
Yo era el peor vago de mi salón... rebelde, mal vestido a propósito, un auténtico impresentable.
Las relaciones con mi familia eran un desastre absoluto.
Una guitarra era impensable.
En la radio sonaba el "Rock en tu idioma" a todo lo que daba.
Soñaba con tener una guitarra todas las noches.
Una vez soñé que estaba en la tienda comprando una Fender Telecaster de acabado sunburst. ¡¡Una preciosidad de sueño!!
Y en el momento en que la pagaba y salía de la tienda...
Sí... mi papá me despertó para ir a la puta escuela...
No eran buenos tiempos.
Pero un buen día, una amiga de mi mamá que tenía una guitarra que no usaba me la prestó.
Bueno, supongo que mi mamá algo tuvo que ver.
La cosa es que de inmediato fuí a buscar un lugar donde dieran clases.
Cerca de mi casa había una tienda del ISSTE; arriba impartían clases gratuitas de danza regional, pintura y guitarra.
Entré al salón y había puro señor como de cuarenta para arriba.
El maestro me miró de arriba a abajo y me preguntó:
-Sí, diga...
Fui directo al grano y le pregunté si me podía enseñar guitarra de Rock. Que no estaba interesado en aprender ni bolero, ni rancheras ni nada...
Se hizo un silencio y por un momento todos los señores de la clase dejaron de tocar para clavar sus ojos en mi.
Muy tarde me di cuenta de que la había cagado.
Sin embargo, el maestro me miró y sonrío.
Sé que conectamos desde ese momento. Él había sido un rockero en los años sesenta, y supongo que de todo el tiempo que llevaba dando clases allí, nadie le había pedido eso nunca.
Pero lo primero que me dijo fue que para ser rockero primero tenía que ser músico.
Y me tuvo dos semanas haciendo ejercicios de digitación.
Era terrible, me desesperaba mucho porque eso no sonaba a nada...
Pero la regla era: si no haces la tarea ni vengas a la clase.
Y de después de dos semanooootas, me enseñó mis tres primeros acordes: Mi, Re y La.
Y cuando me los aprendí, con esos tres acordes me enseñó Gloria de The Doors.
Poco después descubrí la revista Guitarra Fácil y abandoné las clases del maestro José Benjamín.
Nunca volví a verlo.
Pero estoy profundamente agradecido con él.
Y me hubiera gustado que lo supiera.