Canciones que cambian de dueña.
Tengo una canción que se llama COMPAÑERA.
La compuse cuando vivía con una Chica Maravillosa de la que estuve muy muy enamorado.
Sin embargo, cuando la escribí, no la hice pensando en mi relación con ella.
En ese momento mi primo José Luis había llegado a vivir con nosotros, escapando de una relación que le había partido el alma en dos.
El dolor de mi primo era tan intenso, que me hizo recordar un truene que yo tuve, en las mismas condiciones.
Mucha confusión, mucha impotencia, mucha rabia...
Terminé la canción y se la toqué a mi Chica Maravillosa.
Ella me miro con desaprobación y me dijo: la canción está buena, pero no me gusta porque se la escribiste a otra.
Entendí su sentir, pero no tenía razón.
Yo la hice pensando en mi dolor, en la propia experiencia de sufrimiento, que mi primo me había recordado.
Debo confesar que soy un sufridor profesional.
No voy a decir que disfruto los dolores del alma, porque no es así.
El dolor del alma se me mete hasta el hueso.
Me carcome... domina mi existencia.
Me puede tumbar varios meses y hacerme pedacitos... pero también me regala un montón de inspiración para escribir y crear.
La canción dice:
Me saliste con que ya no me querías
me dolió tu confesión
Me pasé varias semanas intentando
encontrar una maldita explicación.
Te fuiste porque decidiste
lloraste para no sentirte mal
marcaste mi destino con la sangre
que escurrió de tu puñal
Y sería buena idea que supieras
que si el cielo no ha dejado de llover
la razón es muy sencilla compañera
y es que yo no te he dejado de querer
Y ahora que lo tiene claro mi cabeza
no lo entiende el corazón
Y por más que lo he intentado no he podido
encontrar una maldita explicación.
Y estoy cansado de soñarte
y estoy cansado de dormir sin tí
y estoy cansado de saberlo
y estoy cansado de seguir así.
Y sería buena idea que supieras
que si el cielo no ha dejado de llover
la razón es muy sencilla compañera
y es que yo no te he dejado de querer.
Y supongo que la historia no tendría nada especial si no fuera por lo siguiente:
Tiempo después, mi Chica Maravillosa y yo tronamos.
Pero lo hicimos de la manera más civilizada que existe: sin pelear y en paz.
Estuvimos separados más de un año, pero seguimos en contacto.
Todo ese año yo tuve muchísimo trabajo... al principio intenté que mi trabajo fuera una terapia para olvidarla.
Pero no funcionó.
No pude olvidarla, y menos porque ella, decía que no podía olvidarme a mi, que me amaba.
La cosa es que una mañana le llamo por teléfono.
Podría decir, para hacer más romántica la historia, que aquella mañana le llamé para pedirle que volviera conmigo, que se aventara otro round porque realmente quería ser campeón mundial de su amor.
Pero la historia no es tan romántica.
Ella me contó que había decidido irse a vivir con su nuevo novio.
Cuando colgué el teléfono, el dolor se hizo dueño de mi alma.
Y en ese mismo momento me llamó Hans para pedirme que fuera al estudio a grabar voz.
Por si fuera poco, el estudio está en el mismo camino que su casa.
Nunca ese camino fue tan largo.
Y cuando llegué al estudio, Hans me puso frente al micrófono y soltó, como una macabra coincidencia, la pista de COMPAÑERA.
Jamás en la vida había sentido tanto una canción.
La grabé llorando, con toda la rabia, la confusión, la impotencia y el dolor que la inspiraron.
Y aunque ella piense que se la escribí a otra, no se la canté a nadie más.
Y eso, la hará suya para siempre.
Entiendo que la vida de muchas vueltas.
Lo que no entiendo, es por qué.